jueves, 25 de noviembre de 2010

El duende en mi oreja



Debajo de la cama había un arsenal de recuerdos. Primero vi todo negro, y luego se abrió un hoyo enorme, levante la cabeza y volví a mirar la habitación y estaba allí intacta como si nada ocurriera; otra vez mire por debajo de la cama y el hoyo oscuro y profundo estaba ahí; no tenía miedo pues pensé que era algo totalmente lógico que debajo de todas las camas debe haber. Mire fijamente al centro del agujero y un punto de luz aprecio, muy pequeño al principio, pues era el vértice de un papel glasé plateado, floto en la oscuridad y se pego a un cuaderno, que tenia dibujos y cosas escritas en imprenta. Aprecio el olor a escuela a mañanas frías con escarcha en los charcos, y a mediodías blancos. Prontamente se volvió gris el cielo por que una nube caminaba por el sol; estaba sentada en el sillón de mi casa esperando que alguien me vaya a buscar para ir a andar en tren, tenía un abrigo en la mano y una muñeca en su caja de regalo, espere toda la tarde sentada allí a un adulto que lo había prometido (en forma de chiste para él, pero no para mí, ya que tendría cerca de cuatro años). En esos tiempos quería aprender a leer, y creía que un duendecito se te sentaba en el oído y te contaba lo que decía el libro, esa era la forma en la cual los adultos sabían leer para mí; y esperaba ansiosa el día que apareciera el duende en mi oreja. En esos tiempos no entendía por qué las personas no podían vivir sin la cabeza, estaba segura de que si a alguien le cortaban la cabeza este tendría que poder seguir viviendo, pues su corazón estaba intacto. También apareció el recuerdo del día que entendí que en la tv había publicidades y no era todo una sola cosa y un viaje en colectivo en el que tome conciencia del transcurrir del tiempo, del hoy,del mañana y del ayer. Ahora estoy contenta por que se que ahí están.

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