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Debajo de la cama había un arsenal de recuerdos. Primero vi todo negro, y luego se abrió un hoyo enorme, levante la cabeza y volví a mirar la habitación y estaba allí intacta como si nada ocurriera; otra vez mire por debajo de la cama y el hoyo oscuro y profundo estaba ahí; no tenía miedo pues pensé que era algo totalmente lógico que debajo de todas las camas debe haber. Mire fijamente al centro del agujero y un punto de luz aprecio, muy pequeño al principio, pues era el vértice de un papel glasé plateado, floto en la oscuridad y se pego a un cuaderno, que tenia dibujos y cosas escritas en imprenta. Aprecio el olor a escuela a mañanas frías con escarcha en los charcos, y a mediodías blancos. Prontamente se volvió gris el cielo por que una nube caminaba por el sol; estaba sentada en el sillón de mi casa esperando que alguien me vaya a buscar para ir a andar en tren, tenía un abrigo en la mano y una muñeca en su caja de regalo, espere toda la tarde sentada allí a un adulto que lo había prometido (en forma de chiste para él, pero no para mí, ya que tendría cerca de cuatro años). En esos tiempos quería aprender a leer, y creía que un duendecito se te sentaba en el oído y te contaba lo que decía el libro, esa era la forma en la cual los adultos sabían leer para mí; y esperaba ansiosa el día que apareciera el duende en mi oreja. En esos tiempos no entendía por qué las personas no podían vivir sin la cabeza, estaba segura de que si a alguien le cortaban la cabeza este tendría que poder seguir viviendo, pues su corazón estaba intacto. También apareció el recuerdo del día que entendí que en la tv había publicidades y no era todo una sola cosa y un viaje en colectivo en el que tome conciencia del transcurrir del tiempo, del hoy,del mañana y del ayer. Ahora estoy contenta por que se que ahí están.
La luz se escapa por la puerta que quedo entreabierta, mi cerebro genera unos dos millones de pensamientos por milésima de segundo, mi corazón acelerado es un sonido ensordecedor, mis manos irrevocables sosteniendo la puerta, la respiración entrecortada, mis sentidos completamente abiertos a un solo punto, el pie para entrar a escena. Un poco más atrás; siempre olvido ese acontecimiento, que mas que previo es inicial, es el principio, es el comienzo, todo depende de ese momento, mejor dicho todo acontecimiento posterior tiene que ver con ese tiempo, que puede durar unos segundos como una eternidad. En ese comienzo los millones de pensamientos están iluminados, son perfectos con claridad son despiertos y en su totalidad son de colores. Y siempre olvido ese momento, o mejor dicho lo recuerdo con mucha menor importancia de la que tiene. Es que siempre es diferente. A veces uno se enamora de esos momentos que tienen una impronta única de acuerdo al acontecimiento artístico. El último me remitió al infinito, otra vez estaba allí detenida esperando, conteniendo; una vez mas era el principio del final, y el final anterior a un nuevo principio. Otra vez todo empieza por que algo termina.
10 de Noviembre 2010
La locura viene acompañada o ...
Definitivamente la locura viene acompañada. Cuando se sentó el Señor Silter en el restorán de la esquina, mejor dicho en la vereda del mismo; vio salir al mozo y le pregunto ¿la locura viene acompañada? El mozo le respondió; -si con una guarnición de ensalada verde o papas, como usted prefiera, igual (le advierto) es un plato fuerte así que le conviene un buen vino para acompañar. El Señor Silter respondió -Tráigame con papas, y por favor de postre un… no sé, una lagrima quizá. Se detiene a pensar no sabe cuál es el postre, aunque en el fondo, siempre se le aparece la misma cara, el rostro de una amiga, de una vieja amiga, ya hora hace tiempo que no la ve, una vez se la cruzo en la calle, en plena ciudad ruidos confusión, autos, gente con tacos y luces por doquier, humo de cigarrillo y famosos bizarros saliendo de grandes teatros. El recuerda haber sido amable, pero duda de ella, no lo sabe, quizá lo saludo por compasión, porque ya había pasado el tiempo y es lo que hacen las personas cuando pasa el tiempo, saludar. Tal vez el Señor Silter piensa que fue demasiado saludo, tal vez en lugar de decirle hola ¿qué tal?, ¿cómo le va?, tendría que haberle dicho hola, ¿qué tal?, o solo un hola, un hola seco, sin emoción alguna, e inmediatamente revolear los ojos hacia la calle mientras simula que ve algo interesante, más interesante aun que su amiga, eso suelen hacer las personas importantes de cuerpo flaco y altura considerable. Después de pensar resolvió que no había nada por resolver y le dijo al mozo, -sin comida, solo una lagrima- El señor Silter cree que la locura viene siendo perseguida, por la realidad más cruel y desgarradora, insensible y manipuladora. Todo el tiempo una corre a la otra, la locura nace primero y se regodea en la infancia lo más que puede, en general la realidad la alcanza y la destruye, a veces la acorrala. El Señor Silter piensa que todavía su locura corre por su salvar su vida, aunque la realidad es tan cruel que es capaz de transformarse en personas como el mozo. Habla el Mozo- Señor no puede estar en la vereda de este restorán, o entra y consume, o se va. El señor Silter se levanta y camina despacio hacia alguna esquina, y trata de recordar el rostro del mozo, para olvidar el de su amiga.
CONTINUARÁ...continuará?
Un vez, suele pasar
Creo y afirmo que cuando llueve, todo cambia, si por supuesto; usted el señor de sombrero dirá que por supuesto es así, pero y si no fuera así? Cuestiona un joven. Todo estaría muy confuso, o no estaría, habla una anciana, que levanta su mirada por encima de sus hombros que vienen como columnas de su joroba. El caballero apuesto, parado al lado del joven, la mira con intensidad, poniendo en presencia de su rostro, poca humildad y mucho orgullo; y dice, los trueno son consecuencia de un gran choque de energías. Ahí el viento abre la vieja puerta de madera, todos se miran, advirtiendo una tormenta; incluso yo me asusto, solo un poco, para no exagerar lo que no hay. La tierra pronto se acumula en las esquinas de la única ventana. El viento pasa, vuelve la famosa calma, que como dicen muchos, antecede a la tormenta; y en ese momento que parece que va explotar, la muy puta se queda ahí solo tomando aire y aguantándolo dentro suyo; podría decirse que es hasta doloroso presenciarlo. Después de un rato de golpear el respaldo de la silla contra la pared, hamacándome en sus dos patas traseras, vuelvo a mirar el cuadro y no descubro nada, me esfuerzo y parece que la anciana, el joven, el apuesto y el señor de sombrero, se complotan para no dejarme ver, quien interrumpió la lluvia.