lunes, 22 de noviembre de 2010

Sin Maquillaje

La luz se escapa por la puerta que quedo entreabierta, mi cerebro genera unos dos millones de pensamientos por milésima de segundo, mi corazón acelerado es un sonido ensordecedor, mis manos irrevocables sosteniendo la puerta, la respiración entrecortada, mis sentidos completamente abiertos a un solo punto, el pie para entrar a escena. Un poco más atrás; siempre olvido ese acontecimiento, que mas que previo es inicial, es el principio, es el comienzo, todo depende de ese momento, mejor dicho todo acontecimiento posterior tiene que ver con ese tiempo, que puede durar unos segundos como una eternidad. En ese comienzo los millones de pensamientos están iluminados, son perfectos con claridad son despiertos y en su totalidad son de colores. Y siempre olvido ese momento, o mejor dicho lo recuerdo con mucha menor importancia de la que tiene. Es que siempre es diferente. A veces uno se enamora de esos momentos que tienen una impronta única de acuerdo al acontecimiento artístico. El último me remitió al infinito, otra vez estaba allí detenida esperando, conteniendo; una vez mas era el principio del final, y el final anterior a un nuevo principio. Otra vez todo empieza por que algo termina.

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